A través de haber revisado junto a mis equipos más de 150 programas de compliance en todo tipo de organizaciones de todo tamaño y pertenecientes a diversos segmentos de la economía, pude concluir que aún estamos lejos de que la tecnología pueda reemplazar al experto humano. Sin embargo, la inteligencia artificial sigue evolucionando de manera geométrica y no deja de sorprendernos día a día. ¿Confiarías en un motor de inteligencia artificial para determinar si un reporte recibido por el canal de denuncias de una organización debe ser desestimado o si merece una investigación? ¿Aceptarías como recomendación de una aplicación basada en AI discontinuar la relación con determinado socio de negocios? Mientras dudamos y tal vez concluyamos que aún no depositaríamos tal confianza (como la mayor parte de los profesionales a los que les he hecho estas preguntas), ya existen los primeros casos de fallos en la justicia definidos a través de tecnología. Esto no debería asombrarnos mientras cada vez más personas suben a vehículos autónomos o las máquinas procesando impresionantes volúmenes de datos de pacientes ayudan a los profesionales de la salud a diagnosticar de manera más precisa y temprana que los propios médicos, un elevado número de enfermedades graves, incluso mentales. Si las grandes financieras utilizan la AI de manera creciente para analizar un volumen de información importante. Si la IA se utiliza para crear obras de arte, como música, pinturas y poesía; o si la IA clasifica automáticamente en modernos basureros los residuos reciclables. En este apartado había pensado en escribir algunas cuestiones informativas sobre ChatGPT según mi mejor parecer y entender. Sin embargo, se me ocurrió que la mejor forma de explicarlo es por medio de un reportaje a la misma plataforma ChatGPT. Desde ya, no modificaré ninguna de las respuestas que este increíble motor de inteligencia artificial nos brinde ¿Comenzamos?