La lámpara perfecta: 5 pasos clave para mejorar la rentabilidad en un 2025 desafiante

Por Camila Fraternali, Consultora Senior de Management Consulting

2025 se está presentando como un año especialmente exigente para las organizaciones que operan en Argentina. La inflación en descenso, la apertura de importaciones y la posible retracción de la demanda interna han cambiado las reglas del juego: ya no es posible trasladar aumentos de costos a los precios finales. En este nuevo escenario, la eficiencia operativa deja de ser una ventaja para convertirse en una condición básica para sostener la rentabilidad.

Frente a este panorama, surgen preguntas inevitables:
  • ¿Cómo sostener —o incluso mejorar— los márgenes en un contexto de desaceleración?
  • ¿Qué hacer ante la pérdida de competitividad o el aumento de la capacidad ociosa?

No existen respuestas fáciles, pero sí enfoques efectivos. Lo esencial es dejar de reaccionar y empezar a anticiparse. Las organizaciones que mejor navegan contextos turbulentos no improvisan: siguen un proceso. Actúan con foco, agilidad y criterio.

Este documento propone una guía concreta en cinco pasos. Una hoja de ruta basada en datos, experiencia y sentido común para rediseñar la gestión, recuperar márgenes y fortalecer la capacidad de adaptación estratégica.


Pensar despacio: diagnosticar antes que prescribir

Stephen Covey (autor, conferencista y consultor estadounidense) en su libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”) plantea: “Busca primero entender, luego ser entendido”.

En contextos inciertos, el primer paso no es hacer: es observar con profundidad. Actuar sin claridad puede salir caro. Antes de tomar decisiones, es clave analizar con rigor.

Conviene revisar qué origina los números: ¿Qué los explica? ¿Qué los condiciona? ¿Qué nos están mostrando realmente? Para eso, es fundamental revisar indicadores como:
  • Contribución marginal
  • Costos fijos y variables
  • Rotación de inventarios
  • Rentabilidad neta
  • Capital de trabajo, liquidez, apalancamiento financiero
Comparar estos datos con los del año anterior revela el impacto real del entorno. No asumamos que “los números cierran” solo porque siempre lo hicieron.

Hoy no alcanza con balances anuales: hacen falta datos actuales, confiables y bien monitoreados para decidir con fundamentos.

Pensar despacio es una decisión estratégica. Implica detenerse, cuestionar lo obvio y enfocar la gestión en lo que verdaderamente importa.


Encontrar la lámpara… y salir a buscar el queso

Una vez que diagnosticamos con claridad, llega el momento de mirar de nuevo. No con los mismos ojos, sino con una perspectiva renovada.

Hace poco, un amigo me pidió ayuda para elegir una lámpara. Recorrimos todo el local y le señalé una opción. Pero cuando llegó la decoradora, eligió una que habíamos pasado por alto varias veces. La habíamos mirado, pero no la habíamos visto.

En los negocios pasa lo mismo: miramos con los mismos ojos de siempre y dejamos de registrar oportunidades evidentes. Hoy, más que nunca, necesitamos volver a mirar con otra perspectiva:
  • ¿Qué canales de venta descartamos y hoy podrían funcionar?
  • ¿Qué alianzas estratégicas podrían generarse?
  • ¿Qué segmentos relegados podrían representar una oportunidad?

La pérdida de rentabilidad que antes se compensaba con inflación exige ahora reconstruir márgenes con creatividad y estrategia.

Esto puede implicar desarrollar nuevas unidades de negocio, crear esquemas asociativos para compartir costos o renegociar acuerdos con proveedores desde una lógica distinta.

Como dice Spencer Johnson en ¿Quién se ha llevado mi queso?: “Cuanto antes olvides el queso viejo, antes disfrutarás del nuevo”.


Incorporar el hábito de Mejora de Procesos

La rentabilidad no mejora solo con esfuerzo extra, sino con organización inteligente. Se trata de trabajar mejor, no más. Como señala Stephen Covey: “Los hábitos efectivos son los que alinean visión y ejecución”.

Las empresas que prosperan en contextos complejos no improvisan: sistematizan. Transforman buenas intenciones en rutinas sostenibles. Algunas prácticas clave para lograrlo:
  • Automatizar procesos rutinarios que consumen tiempo y energía
  • Incorporar inteligencia artificial para análisis, reportes y simulaciones
  • Rediseñar procesos con foco en eficiencia y mejora continua
  • Capacitar al equipo para usar herramientas digitales con agilidad

La mejora de procesos no es un lujo ni una moda: es una necesidad competitiva. Las organizaciones que no adopten tecnología y nuevos hábitos perderán ventaja frente a quienes sí lo hagan.

La productividad sostenible se construye día a día, creando hábitos que perduran. Porque la disciplina operativa no limita la creatividad: la potencia.


El Arca de Noé: estructura y costos al servicio de la estrategia

En tiempos de cambio, no se trata de cargar la barca con todo lo que tenemos, ni de vaciarla por completo. Se trata de elegir con criterio. La estructura y los costos deben acompañar la estrategia, no frenarla.

Estructura organizativa

  • Fomentar equipos horizontales, con autonomía y visión integral
  • Generar espacios reales de colaboración entre áreas
  • Incorporar asesoramiento externo para sumar perspectiva y objetividad
Costos y recursos
  • Renegociar contratos según el nuevo contexto de volumen y demanda
  • Revisar costos fijos y variables con lógica, no con tijera
  • Gestionar inventarios con mirada financiera: el stock inmovilizado dejó de ser un colchón
  • Compartir recursos entre áreas (tecnología, soporte, logística) para evitar duplicaciones

La clave no es “achicar” sin sentido, sino rediseñar con propósito. Alinear la estructura con el modelo de negocio que queremos escalar es lo que marca la diferencia entre resistir y crecer.

Kaizen: mejorar y repetir

Mejorar la rentabilidad no es un hito aislado, es un proceso constante. En contextos volátiles, lo que funciona hoy puede no alcanzar mañana. Por eso, la mejora continua deja de ser una filosofía para convertirse en una práctica esencial.

El enfoque Kaizen —mejorar en pequeños pasos, todos los días— es más vigente que nunca. ¿Cómo aplicarlo de forma concreta?
  • Establecer rutinas periódicas de revisión y ajuste
  • Mantener indicadores visibles, simples y accionables
  • Escuchar ideas desde todos los niveles de la organización
  • Celebrar avances, aprender de errores y sistematizar lo que funciona

Kaizen no es perfeccionismo: es progreso sostenido. Construir una cultura de mejora no requiere grandes discursos, sino pequeños actos consistentes. Y lo más importante: la cultura no se copia. Se crea, se entrena y se transmite con el ejemplo.

Conclusiones

Mejorar la rentabilidad no es solo una meta financiera: es una necesidad estratégica. Es elegir conscientemente entre reaccionar o liderar, entre sostener lo de siempre o rediseñar lo necesario.

Estos cinco pasos no son una fórmula mágica, pero sí una hoja de ruta práctica. Funcionan cuando hay compromiso real, pensamiento crítico y voluntad de transformación. Porque adaptarse no es resignarse: es anticiparse.

Peter Drucker lo expresó con claridad: “La mejor manera de predecir el futuro… es crearlo”.

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